Pueblo de Garabandal


San Sebástian de Garabandal es un pequeño pueblo situado en un rincón de la Cordillera Cantábrica, la inmensa cordillera que atraviesa el norte de España, cerca del Mar Cantábrico, de donde toma su nombre.


En 1961, cuando todo comenzó, había unos 300 habitantes, repartidos en unas 80 casas de piedra. Había dos escuelas municipales, una para niños y otra para niñas, y les daban a los niños algunas nociones más rudimentarias, suficientes para el tipo de vida que tenían. tendría. Los muchachos, una vez mayores, se fueron a trabajar en la ganadería o la agricultura, o en las minas de carbón. Las niñas, alrededor de los 14 años, cuando terminó la escuela, servirían de guías para los burros que transportaban heno, estiércol y cultivos. Todos los días subían a la alta montaña, en caminatas que les llevaban unas horas, para llevar la comida a sus padres y hermanos.

Casi totalmente aislado, su único canal de conexión con el resto del mundo era entonces un sendero rocoso de grandes curvas, que bajaba hasta Cosio, a siete kilómetros, sede de la parroquia. Desde allí, en dirección norte, se podía llegar a Torrelavega, Bilbao, y finalmente, a los 90 kilómetros, se llegaba a la ciudad portuaria de Santander, en el golfo de Gascuña, capital provincial y residencia del obispo diocesano.

En este duro ambiente, las familias vivían, y todavía viven hoy, del producto de las fincas, los pequeños cultivos que crecían en las laderas, pero principalmente del pastoreo de ganado. Por la mañana, es común ver a algún miembro de la familia salir temprano de la casa, tocando sus vacas oscuras y tranquilas hacia las regiones más altas, donde se encuentran las áreas de pasto. Los que se quedan, además de las labores domésticas, se dedican a cosechar heno para alimentar a los animales en invierno.

Era una vida pobre y austera, fuertemente marcada por las estaciones, el sol y la nieve. Allí no se conocen ninguno de los consuelos que se encuentran en la mayoría de los grupos humanos de hoy. Las casas no tienen agua corriente y la única calefacción en los duros inviernos es la estufa. Supermercados, tiendas, cine, televisión, teléfono, coche, simplemente no existen. No hay un solo motor en todo el pueblo. Electricidad, solo unas horas por la noche. Toda la comida, incluido el pan, viene de Cosio, a lomos de un burro. Esta era la vida de este pueblo en 1961.